sábado, 16 de diciembre de 2006

Educación Infantil: Sensibilidad con las diferencias. Inclusión, más allá de la integración


Al nacer todos nacemos diferentes, unos con los ojos azules, otros morenos, altos, gorditos, etc. María nació con un cromosoma de más en sus células. Pero por esa tendencia humana de simplificarlo todo y huir de la complejidad de lo diferente y diverso le pusieron nombre a su diferencia.
Lejos de construir su identidad en torno a su ternura, su mirada calida y confiada, sus manitas inquietas y deseosas de tocar y explorar el mundo, su piel suave, su deseo por experimentar y descubrirlo todo, sus posibilidades, se la dieron construida en torno a su diferencia y limitaciones: María no es María, es simplemente Síndrome de Dows. ¡qué miopes somos! le hemos puesto una etiqueta y ya lo tenemos todo perfectamente ordenado y clasificado.
María tiene un año y medio y gracias a su diferencia recibe atención temprana ¡que suerte tiene María! Los otros niños/as sólo pueden explorar el mundo que les rodea, pueden relacionarse con otros niños, jugar, crear, imaginar, soñar, construir, experimentar, vivir, etc. María recibe atención temprana lo que le ayudará a integrarse en una sociedad que es tan generosa como para permitir que se integre, a pesar de su diferencia y de sus limitaciones, entre nosotros. Al nacer con ese cromosoma de más le ayudamos a limar la diferencia, la aceptamos y la dejamos estar entre nosotros.
María asiste a sesiones muy divertidas de normalización, su “seño” frente a ella y con sus manos cogidas para que se sienta segura le pregunta: María ¿Dónde está la pelota?, María tiene delante unas tarjetas, una seño, una mesa y también tiene a su alrededor multitud de objetos en la habitación donde se encuentra sola con su seño. Hay tantos estímulos, tantas cosas por descubrir, pero su seño le vuelve a preguntar por dónde está la pelota. María quiere explorar, tocarlo todo, mirarlo todo, vivirlo todo. Pero su seño con cariño le vuelve a preguntar por la dichosa pelota. María toca una tarjeta, otra, quiere tocarlo todo, pero su seño con cariño le vuelve preguntar por la dichosa pelota. Realmente debe ser importante lo de la pelota.
En el delfinario de Madrid los adiestradores trabajan con los delfines.
Una de las características más conocidas y notables de los delfines es su inteligencia. Están dotados de una gran capacidad de aprendizaje, lo que se aprovecha en la mayoría de los zoos para adiestrarlos en una serie de ejercicios que, no obstante, siempre están en la línea con sus habilidades naturales. La adiestradora pretende que el delfín a una señal suya se impulse y pase a través de un enorme aro, el delfín en la piscina observa, mira todo lo que hay dentro y fuera de la piscina, le ocupan otras cuestiones, pero su adiestradora repite una y otra vez la señal para que se impulse y pase por el interior del aro. Realmente debe ser importante pasar por el aro. La situación se repite una y otra vez hasta que el delfín hace lo que quiere su adiestradora, está lo acaricia en su dorso y cabeza y con la otra mano lo obsequia con un delicioso pescado por el éxito conseguido.
María posa la mano en la tarjeta que tiene el dibujo de una pelota, la seño aprovecha la circunstancia para elogiar la acción de María, le alaba y le obsequia con una bolsa de gusanitos ¡que buenos están los gusanitos!
Otro día María con la mano de su seño sobre la suya “dibuja” la cara humana, primero un ojo, luego otro, después una nariz, una boca y unas orejas. ¡Muy bien! le dice la seño a María, pero no hay gusanitos. Falta algo que debe ser muy importante. ¡ah! falta el pelo. La seño sujeta la mano de María, que a su vez sujeta un lápiz, y la coloca en la parte superior de aquello que parece ser una cara y traza un pelo hacia un lado, luego otro y otro. Ya tiene pelo ¡qué bien María! Pero la cara de su mama no es como eso que su seño dice que ha hecho María, tampoco la suya, pero parece que lo realizado es importante para su seño ya que está muy contenta.
Otro día, desmontan un muñeco articulado, para luego volver a dejarlo como estaba al principio, el ritual se repite y así pasa el tiempo y las sesiones de estimulación temprana. ¡Que suerte tiene María¡ aprende cosas tan divertidas e interesantes.
Mientras, otros niños/as juegan con otros niños/as, descubren el mundo que les rodea, experimentan, sienten, viven… Y por qué María no abandona el pescado, perdón los gusanitos, y desde la inclusión hace y aprende lo mismo que otros niños/as.


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